Nada nuevo bajo el sol, o casi.
Yo creo que no.
Siempre ha habido buenas y malas profesionales.
De toda la vida hubo prostitutas "económicas" que procuraban alivio y algo de guarrería a los obreros industriales que acababan de cobrar la paga, a los marinos que desembarcaban, a los rústicos que llegaban a la ciudad. Eran mujeres de oficio, no necesariamente atractivas, que procuraban alivio agente desesperada y a personajes incontinentes.
Luego estaban las casas de las Madames, para señoritos de clase media, donde la relación era mas personal y mas cara y los rostros mas agraciados. La profesionalidad era, como poco adecuada que para eso estaba la Madame. Pero no siempre estaba garantizado.
Aparte estaban las queridas, las "mantenidas", que llegaron a constituir una clase social y poco prestigio tenía un gran empresario, si no tenía una de gran nivel, con palco en el Liceu y todo.
Ahora no es muy diferente, aunque hay otros dos nichos de actividad. Los pisos de las Madames se han convertido en los pisos que conocemos todos y las "económicas" atienden en otros pisos menos aparentes y menos solventes y no suelen tener nombres.
Pero ahora también hay muchas, muchísimas chicas que son obligadas a trabajar en este oficio y sin beneficio y ahí han surgido los polígonos y los clubs. Es un delito y un atropello intolerable.
El otro nicho nuevo es el de las "escorts". Señoritas de muy buena apariencia que han visto en esta actividad una posibilidad de negocio y, no nos engañemos, lo que venden es su apariencia. ¿A que tío no le seduce la idea de darse un revolcón con una modelo?
El problema vino con la crisis, no con el final de ella. Entraron en la mayor parte de las clasificaciones niñas, señoritas y señoras buscando, a la desesperada, una salida a su ahogo económico y muchas, la mayoría no estaban preparadas.
Entregarse cada día, o cada rato, a un señor por el que que no sientes nada, aunque sea de forma voluntaria, tiene que agotar psicológicamente a la mayoría de ellas. Algunas no pueden con ello y, con el tiempo, ofrecen muy mal servicio.
Pero las que sí tienen el temperamento siguen ofreciendo los mismos servicios de siempre y sigue habiendo para todos los gustos y para todos los bolsillos. Y sigue habiendo buenas y malas profesionales. Pero eso también pasa con los camareros y con los fontaneros y con los abogados. Con paciencia, tino y suerte, se acaba dando con gente estupenda en lo suyo.
Un saludo
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